dijous, 10 de setembre del 2009

Soy víctima de una gripe instantánea.
Ayer no la tenía. Hoy me he despertado con fiebre, dolor de articulaciones, mocos y sin parar de estornudar. Me he levantado, he hecho una tetera entera de té con miel. Me he puesto pantalones largos, una chaqueta y calcetines, y me he dispuesto a pasarme todo el día en casa sudándola. Me he decidido a aprovechar los ratitos entre amodorramientos y revolcones en la autocompasión (qué malita estoy, qué malita estoy) en el sofá con mis dos gatos y Gemma (un ratito que ha subido) como única audiencia, cocinando, que es una de las cosas que mejor me salen últimamente.
Me ha salido todo mal.
He hecho pan de pasas: he puesto el horno a temperatura demasiado baja (me he dado cuenta cuando a los 3/4 de hora de estar ahí dentro, no había cogido color aún). Ha quedado como una piedra.
He hecho puré de zanahoria. En el momento de comérmelo, le he ido a poner unas gotitas de salsa de soja y se me ha volcado dentro media botella. Se ha ido fregadera abajo.
Suerte que tenía en la nevera fideos con verduras que me sobraron ayer, si no, mi alimentación de hoy habría dejado bastante que desear. Los plátanos, que por fin han madurado, también han salvado un poco el picoteo entre horas.
Odio estar enferma. Es lo peor.