divendres, 26 de febrer del 2010

Veo que en el Eixample pasa esto y en el Poblenou esto otro. Y veo todo esto después de haber visto ayer una publi del Ajuntament diciendo que Barcelona está entre las 20 primeras mejores ciudades de Europa y que es la mejor de todas las ciudades de Europa del sur. Y me da la risa. Sobre todo con lo de Europa del sur.
Europa del sur comprende ciudades como Lisboa, Estambul y Esmirna, las tres están en la lista por debajo de Barcelona (claro, claro). A ver, las tres son preciosas, ahora, vivir, vivir en cualquiera de las tres... Lo de Lisboa incluso me lo planteé hace unos años, lo reconozco, pero no fue ni de lejos por la perfección de la ciudad. Fue un poco, primero porque quería salir corriendo de aquí (luego me tranquilicé), segundo porque hace calorcito, y tercero porque me veía capaz de, en poco tiempo, defenderme con el idioma. Encima habría conseguido hablar decentemente las cinco lenguas de la península; del portugués al gallego, con un poco de gracejo, uno puede pasar fácilmente, ¿no, primas? Vamos, que una de dos: o me habrían dado la medalla de la legión española (por qué suena también cuando es francesa y en cambio cuando es española piensas directamente en una cabra?) por mi gran amor a un estado grande y libre o me habrían metido directamente en una celda de aislamiento, y mi nombre junto a unos cuantos insultos habría quedado genial como cortinilla en Intereconomía o en la COPE.
El caso es que, cualquiera de estos tres argumentos no tenía nada que ver con una buena gestión del Ayuntamiento: el querer salir por patas era cosa solamente mía; el calorcito es cosa de la latitud; y en lo del idioma, digamos que a veces precisamente el Ayuntamiento es el que parece estar en contra.
Es lo de siempre de las encuestas. Que te ponen delante una lista de sitios y tú no piensas: Roma (también entre las diez primeras), gobernada por tal, con un tráfico espantoso, con gente con cejas ridículamente depiladas (aaahh!!! ahora entiendo lo de las gafas de sol enormes), donde me iban a sablear indecentemene en un sitio al que por suerte no me dejaron entrar porque iba en pantalones cortos... No. Piensas: Mira, Barcelona, qué baratas eran las birras para mi bolsillo escandinavo; Estambul-Esmirna, qué gran viaje, qué bien organizado... Esmirna era el sitio aquel que parecía nieve pero al final era sal, no?
Y así. Supercontentos en la Sudeuropa.