dissabte, 9 d’octubre del 2010

Miren que sueño más extraño:

Estaba en una ciudad que a veces era Milán y a veces era Venecia, paseando con un antiguo jefe. Nos encontrábamos con una chica rubia que hablaba catalán y que a mí me sonaba muchísimo: la conocía de vista. Mi antiguo jefe me decía: Mira, ésta es fulanita. Y, mira qué cosa más extraña: es cristiana. Yo preguntaba: ¿pero cristiana católica? Y ella contestaba, con gran cara de orgullo, que sí. Yo decía: Bueno, vaya cosa, yo originariamente también lo era, pero hace tiempo que dejé de creer en esas cosas. Y le preguntaba si practicaba a rajatabla. Me contestaba que sí y yo pensaba (porque ya había caído de qué me sonaba: conocía a su novio): anda que su novio debe de estar encantado, vamos... Eso era lo único que pensaba yo.

Después me acordaba de Unamuno. Cuando yo tenía unos 14 años, en clase de literatura, en una de esas lecciones que los libros de literatura de BUP dedican a las biografías de los escritores, leí que Unamuno había tenido una crisis de fe. La biografía de Unamuno presentaba un antes y después de la crisis de fe. Me quedé fascinada por la idea: yo nunca había oído de la existencia de ese tipo de crisis que ahí, escrita en el libro de literatura, no sé si voluntaria o involuntariamente por parte del autor de esa entrada, sonaba a momento de gran liberación para Unamuno. De gran liberación una vez superado el gran desconcierto que produce una crisis en primera instancia.

Entonces, en mi sueño, me preguntaba si esa pobre chica rubia había oído alguna vez de la crisis de fe de Unamuno y me planteaba si se lo tenía que explicar o no.

Me he despertado en el momento en que decidía que no, mejor no se lo explicaba y que se jodiera.