divendres, 22 d’octubre del 2010

Leo en La Vanguardia que en los últimos años se está poniendo de moda el Repairing.
Superada la urticaria que me produce el nombre que le han puesto al asunto (qué cutre, cuánto de chiste de no saber inglés y cuánto de TE damos las gracias por volar con nosotros. ¡Arg!) me leo el decá(+1)logo de la cosa:


1-Haz que los objetos tengan una vida más larga
2-Las cosas tienen que ser diseñadas para poder ser reparadas
3-Reparar no significa reemplazar
4-No rompas el objeto o el producto, hazlo más fuerte
5-Reparar es una oportunidad creativa
6-Reparar va más allá de las modas
7-Reparar significa descubrir
8-No sólo se tiene que reparar en momentos de crisis, también en tiempos de bonanza económica
9-Cuando reparas algo, aquello se convierte en único
10-Reparar te ofrece más independencia de la tecnología
11-Puedes reparar cualquier cosa, incluso una bolsa de plástico

Y me viene a la cabeza la historia de un enano manufacturado en China y distribuido por todo el mundo en grandes almacenes, cuya única misión fuera la de hacer feliz a la gente. La gente es como es, claro, y cuando el enano se rompe y deja de hacerles el servicio, lo tira al contenedor de orgánica. Pero el enano tiene un dispositivo de autopropulsión y está programado para, al accionarlo, salir disparado del contenedor marrón y volver con su antiguo dueño con la esperanza de que a) lo repare o b) lo recicle como objeto decorativo. Triste, ¿eh?, lo mal aprovechado que acaba el enano de pie de lámpara, de muñequito de los achuchones desesperados o de juguete para el gato...

Todo eso me ha venido a la cabeza y no ha tardado en mezclarse ahí con mi obsesión de estos últimos días: la taxidermia, ya lo saben. ¿No sería la taxidermia la forma definitiva del repairing (puaj! puaj!)? Cumple los once preceptos: repásenlos ustedes mismos. Mi favorito es el número 6: "La taxidermia va más allá de las modas", el 8 y el 10 me parecen prescindibles y cogidos por los pelos, pero también encajan.

En fin, un día igual les cuento en qué acaban todas estas investigaciones mías sobre el disecado (que es una técnica que da como resultado un cierto tipo de taxidermia) y demás. De momento sólo les dejo con un sonido: el ruidito que debe de hacer al abrirse y cerrarse el cajón en el que se guardan los ojos de vidrio en el taller de un taxidermista.