dimarts, 5 de juliol del 2011

Dietario de la tienda. Día 4 (II)

Me encuentro con Gabriel, editor de Morsa, y recuerdo que desde hace unos días tiene en marcha un concurso de microrrelatos sobre el tema "verano". Le digo que estoy pensando uno para enviárselo y me dice que qué bien, que adelante. Llego a casa, me siento delante del ordenador, escribo esto

Se sorprendió preguntándose por el sentido de la vida y resolvió rápidamente no volver a coger vacaciones nunca jamás.

y se lo envío.

Así explicada, la cosa parece una tontería que ha venido de la nada, pero no: esta frase contiene los tres días de trabajar diez horas diarias en una tienda de ropa, el primer fin de semana de rebajas.

Señores, la gran revelación que les hará entender mejor el mundo: cuando uno trabaja todo el día y llega a casa cansado, no piensa en nada. Pero nada es nada, se lo juro.

Tengo estos días en casa a una amiga de Pamplona, Susana, que me pregunta cuando hablamos al mediodía cosas como ¿qué querrás para cenar? y yo no sé qué contestarle: me queda toda la tarde de trabajo y la cena me cae demasiado lejos, ¿cómo voy a saber qué quiero para cenar ni si cenaré?

Trasladen esta cuestión a asuntos políticos, por ejemplo: ¿a mí qué coño me importa que unos u otros gobiernen el mundo? Con tal de que haya alguien que se ocupe de que el tren Sant Cugat-Barcelona Plaza Catalunya funcione con frecuencia a las horas que yo lo necesito, ya me está bien.

Trasládenla a asuntos existenciales: estoy viva: lo sé porque llevo trabajando x horas y porque a final de mes me ingresarán un cantidad x de dinero y porque, cogiendo los bajos de un pantalón, me he pinchado con una aguja.

Trasládenla a asuntos intelectuales: sé me funciona el cerebro mejor o peor porque he tardado más o menos en calcular cuánto de cambio le tengo que dar a ese señor.
Y así pasan los días de la dependienta de una tienda de ropa en plena temporada de rebajas.

El año pasado, en agosto, todo era distinto: tenía horas y horas de soledad en la tienda que me daban para ponerme lógica, críptica y metafísica con toda la pachorra. Me salían unas entradas de blog que volaban y hacían dobles mortales con tirabuzón. Este año sólo hablo de ir vestida de negro y de la bilis interparejil de algunos. No doy para más.

Me voy a trabajar.