dimecres, 13 de juliol del 2011

Me pasa que:

-Le mando un cuento a alguien para que se lo lea y me dé su opinión e inmediatamente, mientras no me contesta, me pongo a escribir otro como una posesa por el puritico agobio de que he hecho uno y ya está enviado, que es como darlo por terminado, así que tengo que demostrarme que puedo hacer más.

-Preparo unas albóndigas, las pongo al fuego y me pongo inmediatamente a hacer una ensalada por la agonía de que un plato ya está en marcha, sentenciado, pero igual es poco, igual me he pasado con la sal: necesito una alternativa que demuestre que las albóndigas no son todo lo que sé hacer.

-Le envío a alguien un mensaje para quedar y, en el tiempo que tarda en responderme, me pongo en pensar en otros planes para ese mismo día y hora que le he propuesto, para que no parezca que me lo juego todo a una carta y, si no sale, me voy a quedar en casa lamentándome por mi falta de recursos.

Y supongo que así es como progresamos los inseguros, pareciendo, encima, que somos gente desenvuelta y llenos de ases en la manga.