dilluns, 19 de desembre del 2011

Dietario de la tienda. Día 6.

La música es mala, mala de maldad: no solo es como los olores, que por desagradables que sean, al cabo de un rato de olerlos una se acostumbra a ellos, sino que además de eso se te mete en la cabeza aunque tú no quieras y se queda ahí agazapada para salir cuando menos te lo esperas. Díganme si no por qué vuelvo de la tienda todos los días en el tren tarareando "The One You Love" -de Paulina Rubio-, no estando yo enamorada ni nada de eso, o "Let it Rain Down on Me" -de Pitbull ft. Marc Anthony- no teniendo yo preferencia especial por este tipo de prácticas-.

Hoy han pasado dos cosas: (primero) Ha entrado un chico con muchas prisas, ha ido hasta la balda de los jerseys de pico, ha cogido uno marrón, ha mirado la talla y, sin desdoblarlo, ha venido hasta la caja y me lo ha dado junto con su visa. Mientras le cobraba me ha dicho: perdona las prisas pero no soporto la música de las tiendas. Le he dicho que yo tampoco, me ha respondido que qué tortura, le he dicho que sí, me ha arrancado la bolsa de las manos y se ha ido como alma que lleva el diablo. Me he quedado en babia pensando simultáneamente qué simpático/llévame contigo, por favor.

Entonces Manoli, que lo estaba oyendo todo, ha dicho: qué raro, si era joven... pues que no se le ocurra ir a una discoteca... Y a mí me ha pasado algo que me pasa a menudo y que me inquieta bastante: pienso que hay otro mundo. Que hay otro mundo que es mucho más grande que el mío, del que no tengo ni idea. Que la rara soy yo por oír

Perdona mi ángel
el daño que te he hecho,
sabes mejor que nadie
lo mucho que te quiero.

El teléfono no suena, no.
Seguro que eres tú.

(de Melendi)

y pensar mientras pongo pantalones en perchas (y obvio la cuestión de que, si le ha hecho tanto daño, ella tenga que saber que la quiere mucho): ¿cómo va a ser ella, si el teléfono no suena? Ni es ella ni es nadie. Es absurdo esto que está cantando este tío, y quedarme esperando a que dé toda la vuelta el loop de canciones hasta que vuelva a sonar esta para fijarme bien, porque no puede ser que alguien se casque estribillo semejante y cuele entre los miles de personas que van a las discotecas porque son jóvenes y les gusta esta música. Y vuelve a sonar y, sí, he oído bien: el teléfono no suena, seguro que eres tú. Y pregunto: Manoli, ¿a ti te gusta esta canción? Y me responde: Sííí, es romántica, ¿no? Pero Manoli, ¿cómo va a NO sonar el teléfono y ser ella? si no suena, no será nadie, ¿no? Y, ah, ¿dice eso?, me pregunta Manoli, pues no me había fijado. Pero ¿no dices que te gusta? Sí, porque es lenta y así...

(Segundo) Ha llamado el de merchandising y escaparatismo (el de merchand, vaya). He contestado yo. ¿Está Javier? No, soy su hermana. Ah, soy Álex, el de merchand, llamaba para felicitarle las fiestas. Pues no está, está resfriado y tiene fiebre, ya le diré que has llamado. No, le volveré a llamar, que yo soy un tío educao, jaja, bueno, felices fiestas. Fel... espera, tú eres el que manda la música. Sí. Oye, ¿esa de Melendi...? ¿De quién? Nada, es igual, hasta luego.

Un rato más tarde, ha llamado mi hermano. Le he dicho: Javier, mira qué me ha dicho un tío que se ha llevado un jersey, y le he explicado lo del horror que pueden llegar a producir las músicas de las tiendas, de la suya, en concreto. Se ha reído. No, no, le he dicho yo, esto es serio, ¿alguna vez te ha felicitado alguien por la música? No. Pues ahí lo tienes: nadie te ha felicitado en cambio ya ha habido una queja y, con la mía, dos.

Jaja, mira, ya has encontrado a otro raro como tú, jajaja.

...

Jajaja.

... y que me pongas una estufa al lado de la caja.