dijous, 19 d’abril del 2012

He cogido 'En época de monstruos y catástrofes' de Camille de Toledo, con la desconfianza con la que siempre cojo los libros que parecen llegar avalados por una especie de envoltorio de modernez e hipsteria (la hipsteria debe de ser algo así como la cruz de todo escritor moderno: nada mejor para ganarse las ventas y nada peor para ganarse el respeto de la literatura más asentada). Lo he cogido de la librería pensando: suerte que lo he encontrado porque si lo llego a tener que pedir, me iba a plantar delante del chico del chaleco sin recordar el título y sin estar demasiado segura del nombre del autor: Toledo sí, pero Camille no: me salía Willy todo el rato, y estaba segura que habría pedido algo así como 'un libro que acaba de sacar Alpha Decay de un francés, Toledo...' y en mi cabeza: Willy, Willy, Willy no, pero tiene una ll, el nombre...' y yo mordiéndome la lengua.

He empezado a leer llena de porqués, oh nos y a qué viene esos (¿por qué tanto inglés? ¿por qué Pari's? ¡Oh no, firma C'To! ¡Oh no, en la primera página ya ha dicho deconstruir! ¿Una tetralogía? ¿A qué viene una tetralogía?).

Luego he llegado a la página que me ha hecho bajar la barrera. Y, joder, a pesar de que, como siempre que esto pasa, ha sido el momento en el que me ha tocado el punto flaco, el que nunca reconocería, he pensado: sí, qué bien.

La página dice esto:

Demasiado orgullosa, conociendo como conocía todos los golpes de la distancia y la desaparición, ella, que había sido el objeto, a lo largo de su adolescencia, de un haz permanente de codicias, no podía aceptar sentirse poseída; quería creer que no hacía sino cumplir con un trabajo y prefería considerarse como una prête-a-todo antes que verse abnegada y fiel a quien, ya entonces, la atormentaba entrando en sus sueños. Si permanecía al lado de LWK era porque él le ofrecía una situación, mientras ahorraba algún dinero. Si sonreía viéndolo aparecer y se alegraba por dentro de que le sonriera de vuelta, prefería considerarlo una estrategia. Boudoir era así, una niña ambiciosa para quien el amor era una renuncia y que, además, encontraba en esa forma de ver las cosa la prueba incuestionable de su madurez.
No amaba a Leopold, y no cabía discusión al respecto.
She didn't like him. ¿Entienden?
¡Se mentía a sí misma, se mentía!