divendres, 17 d’agost del 2012

Este es un buen artículo informativo de Jordi Nopca, en el Ara, sobre el sentir de la cuestión por gente con criterio más o menos libre.

Conozco a escritores y a escritores e, igual que lo pensé aquel año de Frankfurt (qué caminatas, eh Pau?), pienso esto ahora: los buenos -los buenos, buenos-, ante la pregunta de ¿esto debería de ser así o asá? tuercen un poco el morro, expresan su opinión al respecto, sí, que para eso la tienen, pero contestan con la cosa esta de quitarse el tema de encima; un poco como diciendo: sí, sí, la cosa editorial anda fatal y ahora, si me disculpan, voy a seguir escribiendo.

Conozco a escritores y a vendedores. Los primeros, van a lo suyo: a escribir; los segundos también: a vender. Igual los primeros pecan de inconsciencia de clase obrera (o empresaria, mejor), yo qué sé. En este punto recuerdo siempre a aquel gurú del coaching a quien una vez tuve que acompañar en taxi desde Sants hasta el centro comercial La Maquinista: tres cuartos de hora en un atasco con él, respondiéndole a preguntas sobre el programa de libros en el que yo había trabajado hasta poco antes y escuchando cómo me decía que no le extrañaba que nos hubieran quitado de enmedio, que con nuestra fórmula tan poco populista, era imposible que triunfáramos. Y yo respondiendo: pero hacíamos un programa buenísimo. Y él contestando: bah, bien gestionado, con otros contenidos y en otro idioma, podríais haber llegado a una cadena estatal. Imposible entendernos: lo que para mí era un triunfo rotundo para él era motivo de fracaso absoluto.

Conozco a escritores y a escritores. Seguro que unos escriben pensando en los premios a los que pueden optar, se prestan a hacer el paripé pasándose horas firmando en una haima en mitad de paseo de Gràcia, se sortean para cenar con el ganador de los diez primeros que dejen un comentario allí y ponen de título a su último libro el que elija la gente de entre tres, por votación popular; que, a partir de ahora, si la cosa Premi Nacional pasa a ser también para catalanes castellanos, pondrán el grito en el cielo más que porque ello suponga un pasito p'atrás en la cosa de la manutención del idioma (que a veces parece que más que de trabajo y constancia se alimente de reconocimiento público), porque ello, en su imaginario de fama y de salir en los diarios, reduce sus posibilidades de ganarlo, sin pensar que esas posibilidades, ya de entrada, si el mundo fuera como debería ser, las tendrían más que vetadas porque aunque lo que escriben lo escriben en catalán, es una porquería.

Nopca ha hecho justo el artículo que hacía falta para hablar del tema: ha preguntado a escritores que ya han ganado el premio. Están un poco libres de la esperanza de que un día les caiga y juegan desde el yo pienso que tal, ahora que hagan lo que quieran. Son las opiniones más válidas, son las opiniones que debería tener todo escritor premiado o no, igual que la más válida fue la de Marsé cuando habló sobre Frankfurt sabiendo que pasara lo que pasara, él ya tenía silla en esa plaza; Marsé ya estaba en Frankfurt aunque nadie le hubiera invitado, igual que Marsé ya es un Premio Nacional de las Letras Catalanas aunque nunca se lo hayan dado; así que Marsé podría decir ante una figurada pregunta de Nopca lo mismo que dijo cuando la feria: que se lo den solo a catalanes, siempre y cuando no se lo den a tal y a cual, que son un horror. Esa es la buena defensa de la literatura y del idioma ante cosas que últimamente tienden a no ir ni de literatura ni de idioma.

Como decía mi entrenador de natación (un entrenador malísimo para los capitostes del club): con lo bien que nos lo pasamos nadando, yo no sé por qué estáis tan locos con lo de ganar medallas; yo prefiero mil veces un bocadillo de chorizo después de cada entrenamiento.
Ayer andaba yo mirando a la nada desde un patio del Eixample, cuando me da por apuntar por ahí algo así como: No sé cómo los barceloneses pueden vivir tan tranquilos: desde un patio interior, por defininición, no debe verse tanto cielo.
Sigo un rato escribiendo, en la misma terraza, sobre patios interiores, catalanismo y delirios varios.
Hoy me da por escribir sobre ciudades-estado en el blog.
Me dicen en seguida que de eso ya hablaban los noucentistes; este noucentista en concreto: Rubió i Tudurí.
Pido referencias.
Me pasan links sobre el Noucentisme.
Voy a parar a Eugeni d'Ors, claro.
Me trago el 'El meu avi' sobre D'Ors, de TV3.
Mientras crece mi tirria por el nieto cura y por el nieto director de teatro, voy descubriendo al D'Ors de Umbral, de Bohigas y de Vallcorba.
Ya está. Lo quiero todo. ¿Por qué nadie me había hablado de las glosas?
Coño, tengo casi cuarenta años y es como si me hubiera empezado a educar en catalán hace sólo diez: ¿podríais ir más al grano conmigo, por favor?

Gracias.
(I gràcies, Mixkin, Cibernautajoan i jaguimera. Quin portalot m'heu obert, nois!).