dijous, 11 d’abril del 2013

Si la gente fuera como tiene que ser, si tuviera un mínimo de pudor, un mínimo de respeto, a nadie, NADIE, se le ocurriría, en una clase de, pongamos, 30 alumnos, utilizar a su hijo para hacerles cambiar a los otros 29 una cosa tan básica y elemental como es el idioma.

Si las cosas fueran como tienen que ser, un padre que se acogiera en esta ley por la cual, cuando un sólo alumno lo pide, la clase pasa a hacerse en castellano, tendría primero que pasar por el trago de admitir que su hijo es incapaz de entender un idioma sencillo, incapaz de aprender un idioma nuevo; admitir, en fin -ya que todo el mundo sabe que los críos son esponjas y que la infancia es la mejor edad para aprender idiomas en tiempo récord- que a su hijo le falla la capacidad intelectual.

Mi sobrina Maria tiene una niñera que le habla en inglés. El día después de reyes, montó la pataleta porque no quería ir al cole. Mi hermana le dijo: "entonces, ¿qué? ¿Te quedas en casa con Lynn?" Ella montó aún más la pataleta entre gritos de "¡No! ¡Que no le entiendoooo!" ¿Ustedes se creen que mi hermana, ni por un momento, tuvo la duda de que la pataleta no era nada más que una demanda de prórroga de las vacaciones? ¿Creen que por un momento se paró preocupada a pensar si la niña realmente pasaba un mal rato cada vez que se quedaba con la niñera porque no entendía nada de lo que le decía? Y ¿creen que si, realmente, mi hermana hubiera visto que la niña era incapaz de comunicarse con Lynn, no se hubiera llevado el disgusto padre al ver que María no tenía la capacidad de aprendizaje que el resto de los niños parece que tienen?

María ese día fue al cole y, por la tarde, estuvo en casa con Lynn hasta que llegó mi hermana. Al día siguiente también. Y al siguiente también. Resultado: María entiende perfectamente el inglés infantil, que es el que le toca entender de momento, que Lynn le habla.

En un mundo normal, si un niño, en el cole, es incapaz de entender las matemáticas, el reto del profe y de los padres, será hacer que las entienda, no hacer que en esa clase deje de impartirse la asignatura de matemáticas.

Cuando el niño realmente tiene una incapacidad de aprendizaje, tú, padre, coges al niño y lo llevas a un colegio que se adaptara más a sus necesidades. Cuando el niño no tiene esta incapacidad, y tú, padre, pides que toda una clase se adapte, en realidad lo que estás pidiendo es que la clase, el mundo, se adapte a ti, porque la incapacidad la tienes tú, y al pobre niño le estás haciendo la pascua.