dimecres, 10 de juliol del 2013

Ayer Còsmic hizo de las suyas en el Santa Mònica.

Van a entender en seguida lo especial-espacial de la cosa cuando les diga que presentaron a Xavier Puigmartí, padre de la criatura, como un artista que trabaja fuera de circuito. En el Santa Mònica lo presentaron, que es un sitio que está allí, en lo más profundo de la Rambla. Un sitio que ahora se han empeñado en coger y catapultar hacia no se sabe muy bien qué galaxia-vertedero de basura cultural que por lo visto vende mucho y por eso han decidido que es la buena, la que nos va a servir a partir de ahora para salvarnos de cosas nada rentables como, por ejemplo, coger un libro y soñar durante horas con islas perdidas como Socotra, irnos a pasear con nuestra madre del brazo por el barrio de nuestra infancia o ponernos manos a la obra en busca de partituras perdidas al lado de Jordi Savall.

Ayer Jordi Esteva, Javier Pérez Andújar y Manuel Forcano fueron a ver a Còsmic haciendo de genio de la lámpara en el Santa Mònica. Es un genio de la lámpara que se va un poco por las nubes, el de Puigmartí. Antes de acatar cualquier orden-deseo, el tío da unos rodeos impresionantes: si le pides pan, primero te explica cómo se hace el pan; si le pides pescado, primero te cuenta cómo lo tienes que pescar.

El Còsmic de Puigmartí no para de recordarte que antes de cada cosa, hay una historia, y que sin esa historia nunca puede haber la cosa. Y, claro, todo eso contado en un sitio que ahora va a pasar a manos de gente con la cabeza llena de ideas de disrupción, era casi como ponerle un punto y final a este curso demostrando cuánto se está equivocando este sector cultural nuestro al que ahora han decidido meterle mano por un sitio tan equivocado.

Estaba Xavier Antich, ayer en el Santa Mònica, y Eduardo Mendoza y Manel Guerrero. De los nuevos, en cambio, no había nadie: deben de estar ocupados rompiéndolo todo ya.

Luego nos fuimos a cenar al Raval, otro sitio que quieren romper, y nos tuvieron que apagar la luz de la Rambla de allá para que nos fuéramos. Nos dijeron que no era eso, que era sólo un accidente lo de la luz: un accidente de esos disruptivos, ya saben, de aquellos que pasan justo a la hora de cerrar marcada por el Ajuntament.

Xavier Puigmartí buscando a Còsmic en las nubes.