dilluns, 29 d’agost del 2016

De lo de la radio: un buen resumen de la gravedad del asunto es este que hace Anna Punsoda hoy mismo en Nació Digital.

Ayer, por mail, le explicaba a Laura Borràs, directora del Institut de les Lletres Catalanes (que me escribió porque todo esto a ella también le preocupa), que no era una pataleta esta que hice por twitter hace unos días para recuperar mi sección: cuando Albert Miralles, director de Els Experts, vino a hablar conmigo para decirme que esta temporada tampoco tenían dinero para pagarme y yo le dije que entonces no me interesaba seguir colaborando, también le dije que total, mi sección, tal como estaba, para lo único que servía era para demostrar que sé leer muy rápido y luego hablar de los libros también muy rápido; ya lo explico en el hilo: aunque había hecho alguna propuesta para que mi tiempo en el programa no fuera simplemente un resumen de libro tras otro, me la habían echado atrás con los argumentos de "no vas a tener tiempo para hacer eso" o "eso es demasiado profundo".

Lo que decía: el asunto es grave no porque me hayan echado a mí de Els Experts sino porque ahora, en Els Experts (programa que se hará de 7 a 9 de la mañana cada día en iCat -emisora pública-) no se sabe si va a haber una sección de libros (nota: yo hablo de libros todo el rato, pero trasladen todo esto a música, teatro, arte, cine...); el asunto es grave también porque ahora mismo, en toda la parrilla de programación de Catalunya Ràdio y iCat no hay un solo programa dedicado por entero a la cultura, aquí, en Catalunya, con una capital recientemente nombrada Ciudad Literària de la UNESCO, sede del Museu Picasso, del Grec, del Sonar, del Primavera Sound, de la editorial Planeta (y por tanto del Grup 62), de una acadèmia del cinema muy comprometida con el país, de Barcelona Plató, del Institut Ramon Llull y de la madre que los va parir a tots y de todas las personas que religiosamente compran sus libros, visitan sus instalaciones, van a sus funciones y a sus conciertos y a sus salas de proyección.

Si nos ponemos prosaicos y monetarios, la excusa para arrinconar los contenidos que todo este público consume, siempre es la misma: que este público no existe.

Ahora me pongo personal y subjetiva: yo tengo una librería desde hace dos años y medio. No vendemos, en general, best sellers, no acogemos partidos de fútbol ni proyectamos los últimos grandes estrenos de Hollywood. Tenemos las mesas llenas de libros de editoriales pequeñas. El criterio de selección a la hora de comprar los libros que luego vamos a vender a los lectores, aunque siempre esté dominado por la calidad literaria, va llenito de matices y de momentos: no es el mismo criterio -ni de volumen ni de calidad (tenemos más manga ancha y no nos ponemos tan estupendos) justo antes de Sant Jordi ni de Navidad, porque no somos idiotas, que el resto del año. Cuando explicábamos lo que pensábamos ofrecer en la librería y aún ahora cuando les hacemos los pedidos a los comerciales y ven que no les compramos las montañas de los libros hechos en serie que ellos intentan vendernos con el argumento de "ésta es la gran apuesta de la editorial", nos encontramos invariablemente con gente que nos dice que no sabemos lo que hacemos, que eso se va a vender mucho y nosotros nos lo vamos a perder.

Llevamos dos años y medio siguiendo este criterio, ya digo, y en todo este tiempo no hemos parado de crecer. Prácticamente todas las semanas hay clientes que nos dicen que vienen a la librería precisamente por eso; clientes que nos preguntan por un autor y se sorprenden de que lo conozcamos y lo tengamos, por ejemplo, o clientes que vienen preguntando si este autor del que hablan todos los medios es REALMENTE tan bueno como dicen (no solemos mordernos la lengua si no lo es). En las redes sociales (otra cosa que les preocupa mucho últimamente allá en los medios de comunicación), campañas que han triunfado por encima incluso de nuestras posibilidades de respuesta, son por ejemplo "Curra't el Sant Jordi: tu coneixes la persona que estimes millor que els mitjans i les editorials" o la de recomendaciones hechas a través de consultas a los lectores que hicimos antes de este último verano en Twitter. La respuesta a las dos fue tan masiva que tuvimos que quedarnos horas extra en la librería para responder y no llegamos a responder a todo el mundo. Hemos hecho presentaciones que nos han reventado el aforo también; incluso la caja, por qué no decirlo, ya que a algunos les preocupa tanto.

Lo que quiero decir es que la excusa para que no haya un programa cultural en condiciones en la radio ahora mismo (que no lo hay) no es que no haya público: el público está ahí y es el más fiel que os vais a poder encontrar nunca si el programa es de calidad (que esa es otra). Lo que agrava además el caso es que en la radio, dentro mismo, en plantilla, hay profesionales que pueden hacerlo y que ya lo han hecho, además, pero que los tienen relegados a secciones idiotas de otros programas porque cuando tuvieron su programa cultural no llegaron a los índices de audiencia que marcaba el Barça, por ejemplo.

Eso último es lo más chungo y no que yo ya no esté en Els Experts o que Eduard Márquez ya no esté en El Suplement o que tengan colaboradores culturales trabajando allá sin cobrar o incluso (que los hay) pagando por hacer su sección.

Los medios públicos tienen que servir para otra cosa además de para hacer caja. Y eso es lo que ahora se está haciendo mal.